En julio de 2023, un perro llamado Duke fue atropellado en Nueva York mientras caminaba con su tutor, Nan DeBlase, quien presenció el hecho. El caso no solo conmovió: cambió la historia judicial estadounidense.
Según Notiambientes, el juez Aaron Maslow dictaminó que el vínculo humano-animal puede ser equivalente al familiar y reconoció la angustia emocional de DeBlase como un daño legítimo. Aplicó la doctrina de “zona de peligro”, abriendo así un precedente simbólico para una nueva mirada legal sobre nuestros vínculos con los animales.
Aunque el fallo no cambia la ley, cuestiona la visión de los animales como “propiedad” y plantea la necesidad de avanzar hacia un sistema jurídico más empático.
Porque perder a un animal no es perder un objeto. Es perder un lazo, una compañía, una vida compartida.
