En los años 20, mucho antes de convertirse en dictador, Adolf Hitler posó para su fotógrafo personal, Heinrich Hoffmann, usando lederhosen (pantalones cortos tradicionales bávaros) y medias hasta la rodilla. La idea era mostrarlo como un hombre del pueblo, cercano a las tradiciones alemanas.
Pero en 1933, ya en el poder, Hitler ordenó que esas fotos fueran prohibidas. Consideraba que esa imagen era “indigna” y que lo hacía ver ridículo, algo que podía afectar la construcción de su aura de líder fuerte y solemne. Sin embargo, con el tiempo, el set de fotos salió a la luz y hasta apareció en un fanzine dedicado a él.
El episodio muestra cómo incluso los dictadores más poderosos intentan controlar su imagen hasta en los mínimos detalles. Lo irónico es que lo que quiso censurar terminó convirtiéndose en una de las curiosidades más recordadas sobre su figura: el “Führer en pantaloncitos”.