Dormir es como una especie de reset en el organismo. Un reinicio del sistema operativo humano, donde las células aprovechan para descansar, reponerse o arreglarse. Es una función imprescindible para la vida y cuando falla, se abre una caja de pandora para la salud difícil de cerrar.
Una revisión científica publicada este martes en la revista Science Signaling ha puesto el foco en los efectos metabólicos que tiene la falta de sueño en el organismo y ha constatado que esta privación de una función tan vital como el dormir golpea de lleno la salud de todo el cuerpo, incluido el cerebro: según los autores, dormir mal altera el funcionamiento metabólico de muchas células, entre ellas, las neuronas, y eso tiene un impacto también en la cognición y en la memoria a largo plazo. Los efectos metabólicos descritos por la falta de sueño son similares a los observados en enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer.
Perder una noche de sueño, por tanto, no deja solo cansancio o malhumor pasajero. La huella puede ser mucho más profunda. El insomnio (entendido como dormir menos de cinco horas o tener el sueño fracturado, según los expertos) ya se ha asociado con un mayor riesgo de obesidad, enfermedad cardiovascular o diabetes tipo 2, dolencias todas vinculadas a una disfunción metabólica —esto es, a un desequilibrio en los procesos del organismo para producir y usar energía y mantenerse saludable—. El nuevo estudio ahonda en esa relación entre insomnio y metabolismo y concluye que, en situaciones de privación de sueño, hay células que priorizan destinar su gasto energético a la supervivencia celular, lo que provoca un déficit de combustible para poner en marcha otras actividades “metabólicamente exigentes”, pero no esenciales, como la formación de la memoria a largo plazo. © biotecnofarucv