(Por Emilia Racciatti) La escritora mexicana Margo Glantz cerró la Feria de Editores (FED) con una charla sobre literatura, redes sociales y viajes en la que hubo lugar para el humor, la ironía y el recuerdo de autores argentinos como Tamara Kamenszain, Sergio Chejfec o Sylvia Molloy, pero también funcionó como una celebración a la pasión por la escritura y la conversación sobre aquellos temas que impulsan una obra, desde la figura de Sor Juana Inés de la Cruz hasta las partes de un cuerpo.
Con una obra que indaga en lo fragmentario, en el cuerpo y también en el archivo, ya sea propio o de otros, Glantz es a sus 92 años una de las referentes de la literatura contemporánea que combina erudición con desparpajo para abordar la escritura y que pasada la etapa más compleja de la pandemia se dispuso a retomar su agenda viajera, la que ya la llevó a España, Alemania y Francia y por estos días la tiene en Buenos Aires presentando un reciente libro, “Sólo lo fugitivo permanece”, editado por el periodista Demian Paredes.
Justamente junto a su editor, la escritora y periodista protagonizó una charla en el primer piso del Complejo C Art Media donde desde el viernes y hasta hoy tuvo lugar la FED con miles de asistentes recorriendo los pasillos con mesas de libros, leyendo en las escaleras del complejo ubicado en el barrio de Chacarita o escuchando las charlas entre autores, editores y periodistas.
A ese lugar ingresó Glantz a las 19.15, acompañada por un grupo de amigos entre los que estaban la actriz, directora y docente Analía Couceyro y la escritora Paloma Vidal, para comenzar a la hora pactada (19.30) la charla con Paredes quien fue incorporando sus distintos libros como disparadores.
El editor comenzó destacando la pasión de Glantz por viajar y los 8000 kilómetros que atravesó de México a Buenos Aires pero a los que ella agregó son parte de unos 80.000 que ya lleva acumulados de tanto venir a esta ciudad. Contó que con la pandemia tuvo que quedarse en su casa, donde caminaba, subía y bajaba escaleras pero siempre extrañó sus itinerarios largos a otros países.
“Si no viajo, no puedo sobrevivir”, aseveró sobre una práctica que la ayuda a romper la rutina y que mientras no fue posible “escribir era horrible”.
“¿Vas a seguir viajando?”, preguntó Paredes y la respuesta despertó la primera risa fuerte de la tarde: “Si vivo, sí”, dijo ella.
Entre los viajes recordados por Glantz estuvo el que hizo a India y se convirtió en su libro “Coronada de moscas”, título que explicó surgió “porque las moscas te perseguían” y luego agregó que no lo quisieron publicar en la Argentina. “Espero que después de esta charla lo hagan”, espetó y al instante dijo: “soy insoportable, perdonen”.
La conversación era seguida por asistentes de distintas edades que la escuchaban, tomaban notas y la aplaudían mientras ella, con pantalón gris, botas negras, blusa violeta y chalina fucsia, se hacía eco de ese ida y vuelta en un tono despojado de solemnidad. En esas filas se podía ver al críticos, docentes y escritores como Daniel Link, Noé Jitrik, Tununa Mercado y Cynthia Edul.
La conversación siguió por el trabajo para el libro “Saña”, en el que contó que le interesaba pensar esta palabra como expresión de odio y violencia pero que también podía permitir la creación. Para la autora de libros como “Las genealogías” y “Sor Juana Inés de la Cruz: saberes y placeres”, “lo importante en la escritura es el fragmento”.
“En literatura, el orden de los factores altera totalmente el producto”, resaltó quien fue ganadora de la medalla Carlos Fuentes en el Festival Internacional de Literatura de Guadalajara, y explicó que le interesan las variaciones al momento de escribir, que están más habilitadas en la pintura que en la escritura.
El cuerpo es insumo de su escritura así que no tardó en aparecer en la conversación, ya que relató cómo la impresionó un cuento de Juan Carlos Onetti sobre una nuca que la llevó a escribir sobre ella pero también lo hizo sobre el cabello o sobre los dientes, y sobre todo sus largas esperas en los consultorios odontológicos.
Otro de sus libros, “Por mirarlo todo, nada veía” fue el disparador para hablar de las redes sociales, de las que es usuaria, especialmente de Twitter, donde tiene numerosos seguidores e imprime humor, acidez y frescura.
“No podemos prescindir de las redes sociales aunque no estemos en ellas”, señaló y relató que en esa obra intentó preguntarse por el modo en qué en esos espacios se construyen discursos, donde advirtió que “no hay jerarquización y falta humor”.
Paredes definió ese texto como “un mosaico del presente” y ella anunció que en Colombia le propusieron entregar el libro “en el metro”, lo que la hacía sentirse muy halagada porque es un gran lugar para reflexionar sobre estos aspectos de la coyuntura.
Cuando el periodista advirtió que quedaba poco tiempo, la escritora enfatizó “qué suerte”. Sin embargo se dedicó a sus lecturas actuales, entre las que aparecieron su amiga, la poeta, escritora y docente Tamara Kamenszain, de quien dijo que venía de leer su obra completa porque fue jurado de una tesis; Sergio Chejfec, a quien recordó como un amigo muy querido sobre el que va a escribir retomando sus dedicatorias a los libros que le regalaba; y a Sylvia Molloy, la autora argentina que falleció hace semanas en Nueva York.
El cierre fueron dos preguntas del público y su grito “compren mis libros” que se escuchó entre aplausos y risas a la escritora mexicana, cuya agenda sigue el martes a las 18.30 en la librería del Fondo de Cultura Económica, con una conferencia sobre los vínculos entre su obra y la literatura argentina, y el jueves con una entrevista pública en el Malba, a cargo de Ariel Schettini, prevista para las 19.