En la edición especial por el Día de la Mujer, ayer presentamos una investigación sobre una de las mujeres icónicas destacadas y pioneras del mundo literario de nuestro país. Habitante en alguna etapa de su vida en el barrio de Recoleta, Silvina Ocampo, fue la menor de la familia y que ha sabido sobresalir en su época por sobre las cuestiones de género.
Hoy dedicamos esta edición a Victoria, la hermana Mayor de los Ocampo, quien con su hermana, cada quien con su estilo literario y con su postura de pensamiento han cultivado el mundo de las letras en Argentina y el Mundo.
Escritora, editora y mecenas, Victoria Ocampo fue una de las grandes protagonistas de la cultura del siglo XX. Nacida en 1890 en una familia tradicional argentina, transgredió a lo largo de su vida las fronteras impuestas a las mujeres, inaugurando un espacio de libertad inédito en la sociedad de su época.
Victoria Ocampo; tres años antes de morir, en 1976, fue designada miembro de la Academia Argentina de las Letras y que, así, se convirtió en la primera mujer que recibió tal honor; y que, finalmente, hace ochenta años, apareció bajo su cargo el primer número de la revista Sur, una de las más influyentes que ha dado este continente.
En “A la memoria: Victoria Ocampo y la revista Sur”, Jorge Téllez considera que “aquel impulso latinoamericanista se lee en el prólogo que Victoria Ocampo firmó en el primer número de la revista:
Waldo, en un sentido exacto, esta revista es su revista y la de todos los que me rodean y me rodearán en lo venidero. De los que han venido a América, de los que piensan en América y de los que son de América. De los que tienen la voluntad de comprendernos, y que nos ayudan tanto a comprendernos a nosotros mismos».
Para ilustrar la dedicación y desenvolvimiento de Victoria en el mundo de las letras en aquellos tiempos, rodeada por hombres en su mayoría, tomamos la publicación del profesor de literatura Jorge Tèllez, de la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia, en la que identifica a Ocampo en “una rápida asociación de nombres relacionados con la revista confirma el aquel impulso: como miembros del consejo de redacción firmaban, entre otros, Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, Guillermo de Torre y María Rosa Oliver (la única mujer además de Ocampo); como parte del consejo extranjero, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Jules Supervielle, José Ortega y Gasset, Ernest Ansermet, Drieu La Rochelle, Leo Ferrero y Waldo Frank, hispanista y novelista norteamericano a quien la directora le dedica no solo el prólogo sino la revista entera.
También Téllez se ha referido en el mismo texto de la publicación, un análisis que se refiere a dos épocas de Victoria Ocampo, que él llamó “Las Dos Ocampo”.
“La primera Victoria Ocampo es la que en 1931 funda, edita la revista y escribe un prólogo en el que se presenta como una mujer que, casi obligada por un círculo muy cerrado de hombres letrados, acepta quejosa y afectadamente la empresa, como pude verse en esta antología de frases entresacadas del prólogo”, expresó el profesor.
Desmenuzando el Prólogo referido, es donde encuentra Téllez la descripción y características de la “Primera Ocampo”, en referencia a Victoria, traduciéndolo de esta manera:
-Nunca se me hubiera ocurrido por sí sola la idea de fundar una revista.
-La idea de la revista era para mí, al embarcarme hacia Europa, como esos dolores neurálgicos que no se localizan y que uno siente a veces en la espalda…
-Usted, Waldo, me ha impuesto esa tarea. Finalmente vencida, la he aceptado de usted como un don precioso.
-Entonces llamé por teléfono a Ortega, en España. Esas gentes tienen costumbre de bautizarnos… Así, Ortega no vaciló y, entre los nombres enumerados, sintió enseguida una preferencia: “Sur”, me gritaba desde Madrid”.
Siguiendo con su análisis consideró que “Muchos años después, en 1967, otra Victoria Ocampo tomó la pluma y en el prólogo de la revista número 303-305 (noviembre de 1966 a abril de 1967) reprodujo la historia de la fundación con un tono, por fortuna, un poco más cínico, pues aunque reconoce el predominante papel de los hombres y la influencia que tuvieron en ella, reconoce que fue su perseverancia y no las sombras detrás las que llevaron a buen término el proyecto:
Hojeando un diccionario de la Academia (lectura que tanto me recomendaba Ricardo Baeza, pues soñaba con que yo adquiriera un vocabulario decente…) […] di por casualidad con el vocablo mula y la definición siguiente: “Cuadrúpedo de unos 12 decímetros de altura, hija de asno y de la yegua, o de caballo y asna. Es menos ágil que el caballo y más que el asno, y excede a entrambos en fuerza y sufrimiento.” Esta definición me aclaró providencialmente el panorama. No fue preciso que continuara indagando», escribe Victoria.
«Doy por sentado que Waldo Frank y Eduardo Mallea, sin comunicármelo, sospecharon que yo pertenecía a la raza subalterna de cuadrúpedos. Por ser bastardos no dejan de ser resistentes y de rendir servicios al hombre. […] Esa es, por lo menos, mi interpretación del nacimiento de Sur y de mi participación en él. No puede haber una más certera por aquello que “de hombre es errar, y de bestia perseverar en el error.” Si Waldo Frank y Mallea cometieron un error al elegirme, yo lo agravé perseverando».
Aquí es donde Téllez hace hincapié en que “Aunque no lo parezca de inmediato, el tono de cada prólogo sí demuestra una evolución. 36 años después, ya con el nombre Sur como una marca de prestigio y estatus, Victoria Ocampo puede burlarse de esa posición subalterna que tuvo en un principio pero que logró trascender con trabajo e inteligencia y que finalmente le otorgó el prestigio que hoy se le reconoce”, concluye
En el tercer capítulo de su ensayo Téllez se dedica especialmente el homenaje a la “Revista Sur”, subrayando que “Al lado de otros nombres, junto a Borges y Bioy, junto a su hermana Silvina, para hablar solamente de un círculo muy cerrado de la revista, quizá Victoria Ocampo padezca la maldición de aquellos cuya obra debe hacerse, cuando se hace mejor, a la sombra. Dos de las tareas que más la ocuparon, la de editora y la de traductora, se alaban mejor cuando no se notan».
Agrega Téllez “Su inclusión en la Academia Argentina de las Letras fue así el reconocimiento a dos espacios: el de la mujer en el ámbito cultural, y el que ella misma posibilitó para el desarrollo de las letras en América. Estas dos coincidencias quizá superen en mucho el tópico que precede –por voluntad de la misma escritora– toda esta historia, el que detrás de muchos hombres hubo una gran mujer”, suscribió el profesor Jorge Téllez.
La casa de Rufino de Elizalde 2831.
Como su primera dueña, Victoria Ocampo, la Casa -ubicada en Rufino de Elizalde 2831- rompió los moldes de lo establecido. Victoria, una dama con ideas propias en una sociedad donde las mujeres usualmente quedaban relegadas, impuso una planta de criterio racionalista en un barrio tradicionalmente francés.
Hoy, la casa es propiedad del Fondo Nacional de las Artes, exhibe la obra de creadores de todo el país y está abierta al público con turnos cada seis personas, sin reserva previa.»
Observatorio UNESCO, Villa Ocampo
«Como sitio de memoria, pensamiento y creatividad, el objetivo del Observatorio UNESCO- Villa Ocampo es posicionar a la Cultura, la Educación y la Ciencia como componentes transversales que impacten en la calidad de vida y promuevan el desarrollo humano. Estos deben ser comprendidos como instrumentos integrales para erradicar la pobreza, favorecer el mejoramiento de las condiciones socioeconómicas, combatir toda forma de discriminación, promover la inclusión y el crecimiento de las ciudades en armonía con el medioambiente».
En cuanto a la casa que habitó la escritora en el Barrio de Recoleta, en la actualidad es sede de “La Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes”
Historia de la Casa de la Cultura
Fue un escándalo. La decisión de Victoria Ocampo de construir una casa de inspiración racionalista en el afrancesado Barrio Parque ofendió a autoridades municipales y a vecinos. Que la propuesta no era arquitectura, apuntaba la Comisión de estética edilicia de la ciudad; que afearía el barrio, clamaban los vecinos; que la casa de “líneas puras y lógicas” (según publicó La Nación el 4 de agosto de 1929) no tenía nada que ver con la belleza del neoclásico francés que la rodearía, coincidían todos.
“Temían que semejante adefesio les estropeara el naciente Palermo Chico. Yo estaba enamorada de la casa”, recordó Victoria años después. Por entonces, 1928, ninguna crítica hizo mella en su decisión; es más, Victoria aseguraba que las pirámides resultarían “un insignificante poroto” ante su deseo edilicio. Además, según decía, estaba acostumbrada a la oposición. “Usted debería saber cómo ha sido mi vida en este país, en medio de personas que nunca me han entendido y que nunca me han aceptado”, le dice al periodista norteamericano, y amigo personal, Waldo Frank.
Para llevar adelante el proyecto, Victoria contrató al arquitecto Alejandro Bustillo, a quien dio “rígidas indicaciones provenientes de su gusto personal”.
El edificio está compuesto por varios volúmenes despojados de ornamentación. Las paredes se alzan en una serie de planos, cuadrángulos y cubos desde un solo pilar circular que arranca desde el pórtico central. El hall de entrada continúa los planos luminosos de la fachada. Son rasgos que hacen a su modernidad el austero tratamiento de las superficies, con su equilibrada proporción de llenos y vacíos; el manejo de la luz natural en los interiores y su fluida relación con el exterior; y la continuidad espacial sin ornamentos.
En 1929, cuando Le Corbusier visitó Buenos Aires, conoció y ponderó la casa. En 1962, desde París, opinó: “La Señora Ocampo y hasta ahora sólo ella ha dado el paso decisivo construyendo una casa que causa escándalo. Pues bien, en Buenos Aires, es así.
Donde nació Sur
En 1930, la casa fue testigo de uno de los acontecimientos más notables de la historia literaria argentina: la creación de la revista Sur. Fue fundada por Victoria a instancias de Frank, José Ortega y Gasset y Eduardo Mallea, para difundir la obra de autores extranjeros y dar a conocer jóvenes escritores argentinos.
Durante más de cuatro décadas, en sus ediciones aparecieron textos de José Bianco, Adolfo Bioy Casares, Walter Benjamin, Simone de Beauvoir, Oliverio Girondo, Carl Jung, Yukio Mishima, Gabriela Mistral, Vladimir Nabokov, Silvina Ocampo, y Virginia Woolf, entre muchos otros. En 1940, tras la muerte de su padre, Victoria decidió mudarse a Villa Ocampo, la residencia familiar ubicada en San Isidro (hoy administrada por la Unesco).
Proyecto de restauración y puesta en valor
Desde entonces, la casa de Rufino de Elizalde tuvo diversos dueños hasta que Amalia Lacroze de Fortabat -quien presidió el Fondo Nacional de las Artes entre 1992 y 2003- la adquirió para que pasase a formar parte de los bienes patrimoniales del Estado, el último año de su gestión. El principal desafío entonces fue hacer que una construcción concebida inicialmente como vivienda familiar comenzara a funcionar como espacio de uso público.
En 2005 la casa abrió al público como la Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes con la finalidad de ofrecer un espacio de difusión para las producciones artísticas de nuestro país. En Hoy, la residencia que nació desafiando las convenciones arquitectónicas del lugar gracias al espíritu creativo, visionario y decidido de Victoria Ocampo sigue siendo un espacio para lo nuevo. La casa está abierta para todos quienes quieran visitarla y disfrutar de los encuentros artísticos y gratuitos que programamos desde el Fondo Nacional de las Artes.
Su labor en la construcción de la modernidad cultural de Buenos Aires fue más allá de la literatura. Su patrocinio e interés abarcó casi todas las disciplinas artísticas, desde la música a la arquitectura, pasando por el cine, el teatro, la fotografía y la moda. Hizo oír su voz ante injusticias y persecuciones de toda índole, impulsó discusiones y proyectos destinados a alentar el diálogo entre culturas, luchó por la igualdad de género, por la tolerancia y por la paz en un mundo convulsionado por la violencia.
Victoria Ocampo fue “ciudadana del mundo”, y como tal, logró reunir en sus proyectos a una constelación de figuras de orígenes y tendencias más dispares, que hicieron de Villa Ocampo un centro de irradiación cultural cuya intensidad se prolonga en el siglo XXI, destaca la UNESCO.
Sin duda, Silvina y Victoria Ocampo, quizá las máximas exponentes de la literatura y cultura general de la Argentina, han traspasado fronteras, destacándose en un siglo en que no era frecuente que la mujer se imponga y destaque sobre los hombre. Ambas lograron con su espíritu y personalidad abrirse paso en sus habilidades y hoy son reconocidas por su gran labor en aquel «semillero» de intelectuales y virtuosos literatos, como lo fue la «Revista Sur»
Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes -Ministerio de Cultura de la Nación.
Horario de apertura: Jueves a domingos, de 14 a 19 hs
Fuentes consultadas:
Casa de la Cultura
Fondo Nacional de las Artes
Boletín de la Revista de la Academia Argentina de Letras
“A la memoria: Victoria Ocampo y la revista Sur”, Jorge Téllez – 27 enero 2011 – Revista Letras Libres”, profesor de literatura en la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia.
Unesco -La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Estación Libro.