El mundial de fútbol masculino deja en la sociedad argentina una especie de alienación simbólica. Sabido es el lugar destacado e insuperable que ocupa el fútbol en nuestra sociedad.
Se habla de la “mística futbolera” de la que nos sentimos parte (90 %) y de la que diferencia a los argentinos del resto del mundo.
Aunque no estés dentro del conjunto de alienados, aunque no te sientas parte o no seas fanático, te toca de cerca igual. Es inevitable escapar del mundo futbolero, alguno en la familia, compañeros de trabajo, amigos o conocidos le pasa esa cosa “futbolera”.
Te cuento algo: en el anterior mundial 2018, dos personas miraban los partidos con una tele en la vereda y en sus reposeras y la bandera argentina. Son comerciantes y claro, horario de trabajo, pero no se puede dejar de ver un mundial, a la selección argentina, si cada mundial es una esperanza más.
En argentina se vive y se respira fútbol. Desde que nacemos nos ponen una camiseta, del club del que fuera alguno de tus padres, quizá cambies con el tiempo por “contagio” de tu abuelo, primo, amigo, pareja, etc. Pero pocos pueden quedar al margen del sentimiento y la mística futbolera.
El fútbol Identifica a tu barrio, a tu país. Es un regalo que te obsequian al nacer y que luego llevarás por el resto de tu vida.
Renunciar a eso es como un “pecado”. Contaminarse de fútbol quizá sea la única contaminación que nos hace bien. Es como un sello, después del Documento Nacional de Identidad, viene el fútbol, la camiseta con el sello de tu equipo que llevarás marcado, con o sin tatuaje, pero irrenunciable.
Los domingos no son de nadie más que del fútbol, el resto puede esperar y no es que lo “otro” sea menos importante, es una regla con alguna que otra excepción, pero es así.
El hincha argentino es así y ha “contaminado” al mundo. Se puede explicar razonablemente? No, porque ellos tampoco pueden, solo sienten ese desquicio que los convierte en fanáticos de los colores de una camiseta, de sentimientos que se transmiten y la gloria que nos regalan los jugadores.
Las hinchadas son el condimento indispensable que da vida al escenario del futbol y es incondicional. Hay que alentar al equipo sea como sea, en las buenas y en las malas. El cotillón y las banderas no pueden faltar para divertirte y entretenerte mientras miras los partidos y ni hablar para festejar, si no compraste, alguien te comparte aunque sea una guirnalda.
Una pasión incontenible marca a los futboleros, pero seas del equipo que seas, a la selección argentina no se la puede ignorar, porque representa a un país. No importa el deporte que te guste, seguro vas a festejar.
Quizá, otros nos vean con un fanatismo “desmesurado” y es que “no te lo puedo explicar, porque no vas a entender”. El fútbol es una pasión, no tiene lógica, por eso la mística. Queres ver a tu equipo salir campeón aunque sea una vez en la vida, por eso, rezas, lloras, prometes; no cambias la cábala; no dormís; te enojas; “santificas a los jugadores; los “endiosas” y te peleas por demás.
Todo eso lo haces con pasión, un cumulo inmanejable de sentimientos y emociones. Es eso que sentís en cada partido, desde el potrero, clubes de barrio hasta las divisiones de futbol profesional.
En este contexto futbolero, los mundiales son tan esperados que se paraliza el país. Maradona y Messi son “dioses” paganos, aquellos a cuyas imágenes se los devociona y el mundial Qatar 2022 no fue la excepción.
Sin Maradona en las canchas, pero siempre en los corazones argentinos, el pedido se elevó aun más: en el cielo “Diego” y en la tierra “Messi”, como dos estampillas que juntas hacen al equipo argentino más poderoso y más unido.
Te cuento otra, esto es mística: En el mes de febrero de este año mundialista, festejando el “Día de San Patricio”, el cielo del atardecer dibujó el “pie de Diego” en forma casi perfecta entre las nubes. Así lo definió Aisha cuando señalo la figura con una enorme sonrisa. Y es que a Diego lo vemos en todas partes, porque es “D10S”.
Y así llegó el mes de noviembre y se aceleraron los corazones, la energía se potencio mil veces más y la esperanza nos unió y hasta la ilusión escribió una canción que sería inolvidable y sería el motor en cada partido. Todo eso se trasladó de Argentina a Qatar, pasando incluso por la tierra de Bangladesh, donde increíblemente hasta los elefantes se hicieron hinchas argentinos!
La selección argentina necesitaba revancha y los pibes lo lograron, nos trajeron la tercera copa mundial. Kempes, Maradona y Messi como capitanes consagrados en la historia del fútbol.
A Lionel le tocó la dura tarea de ser capitán de un barco que hace 36 años venia pivoteando para llegar a una ganar una copa del mundo esperada como ninguna, quizá él más que nadie necesitaba y merecía la revancha.
Finalizando el año, el grupo de jóvenes y los experimentados que venían acompañando a Messi, quienes jamás lo abandonaron en esta hazaña, llevados a lo más alto de la gloria de la mano del DT que siempre confió en ellos, Leonel Sacaloni, lograron regalarnos la satisfacción de obtener un título de campeones mundiales tras 36 años.
El 18 de diciembre 2022 quedará en la historia de los acontecimientos más grandes de nuestra historia, el fútbol. El pecho inflado de orgullo y la alegría desbordante regalados al pueblo argentino en un domingo con un sol radiante, tal cual la bandera Argentina.
El fútbol, esa pasión que nos hace estallar en un grito interminable de gol y nos sumerge en un estado de alienación indescriptible. hoy nos devuelve la alegría a los argentino, a un país, que entre tanto malestar, entre tanta lucha y sufrimiento, y llora, pero de emoción y algarabía.
El pueblo argentino volvió a festejar en el Obelisco, en las calles y avenidas, en cada ciudad y pueblo. En la Antártida Argentina flameando imponente bandera celeste y blanca.
Messi y la selección argentina hoy cuentan la historia de haber superado las piedras de un sinuoso camino para levantar la copa del mundo.
Con una selección en pleno apogeo y crecimiento, la historia continuará. No sé quién la va a contar, se que vos, la vas a ver , la vas a sentir y a vivir.
Salud campeones! Y, Gracias!.
Editorial.