La Casa Broggi, situada en las Cinco Esquinas de Recoleta (Libertad, Juncal y Quintana), es una de las mayores joyas arquitectónicas del barrio. Su historia es muy curiosa.
Hacia fines del siglo XIX, la avenida Callao era un camino rodeado de casas de una planta. Todavía se podía sentir el aroma de durazneros y naranjos, sobrevivientes de las antiguas quintas. En medio de este sereno paisaje, estaba la vivienda del arquitecto Luis Broggi.
Con la llegada del tranvía eléctrico, en la primera década de 1900, el cableado y los postes modificaron el panorama. Pero lo que más perturbó la calma del arquitecto fue una edificación de seis pisos que construyeron al lado de la suya, tapándole la luz del sol.
Así fue que encontró un terreno en las famosas Cinco Esquinas. En la proa de la manzana, mirando al este, erigió su residencia. Gracias al terreno triangular, consiguió la deseada luminosidad.
#Datodecolor: Allí, Manuel Belgrano pasó los veranos de su infancia, ya que el padre tuvo su quinta en ese mismo sitio hasta 1801.
Foto Gentileza: Toribio Achával
Para evitar futuros inconvenientes, el arquitecto compró los terrenos vecinos y construyó edificios que armonizaran con el suyo. Prometió no levantar nunca una casa que no tuviera aire y luz propia, o que pudiera quedar expuesta a su falta. Salvo la escalera, que recibía luz cenital, los demás ambientes daban a la calle.
Sin embargo, no la disfrutó muchos años: en la década de 1920 la ocupaba su segundo propietario, y él se mudó a Paraguay y Uruguay.
Foto Gentileza: Toribio Achával
La vivienda ganó el primer premio del Concurso Municipal de Fachadas, en 1914. Sobre la puerta se conserva el monograma LAB (sus iniciales). La residencia mantiene su entrada por la calle Juncal.
#Datodecolor: Utilizó materiales nobles, lo cual era poco habitual en casas que no tenían las dimensiones de los palacios porteños. Las fachadas fueron revestidas de granito de Baveno, mármol de Venecia y cerámica de Estrasburgo.